de tanto whisky;
de tanto whisky;
conozco el sabor de la sangre porque la he probado,
me he ahogado en su sabor a muerte
y a veces sueño con tomarme copas de líquidos rojos
calientes
salados
hay un hambre de esa vida que no tengo
de tragarme la de un otro
de tragarme a mi mismo deseando absorber enserio
esa energía que corre dentro mío
quiero el sabor de la sangre
impregnado en las papilas gustativas
que mis labios se pinten
como si me hubiese tragado ciento treinta y dos
cerezas, y que me queme la garganta
de tanto whisky,
de tanta arena,
de tanto fuego.
Camil Fernandez C.